domingo, 30 de enero de 2011

Pequeños orgasmos (I)


Llegar al mar. Sentir su aroma y escuchar sus rugidos. Caminar por la playa, vacía, pateando y levantando montoncitos  de arena por los aires. Estar con Paula, sentados los dos, mirando como el sol se cae en el fondo y la brisa se hace más tangible y la luna y las estrellas, y tomando cervezas y hablando de cosas intrascendentes, de quesos mal cortados y algodones empapados desparramándose en el piso. De perros enloquecidos. Del amor.
Fumar un cigarrillo después de hacer el amor. Mirar el humo yéndose al techo. Escuchar los ruidos afuera y pensar que, mientras el mundo pasa, yo sucedo, mínimamente al lado de la chica. Y ella sucede, respirándome en los ojos.
Andar por ahí, en mi bicicleta, hablando solo o cantando una canción de Cure. Volando, en mi bicicleta, o navegando por los inmensos mares verdes. Atravesando los continentes y descubriendo las caras que jamás he de conocer.
Besar con la furia del celo (Say dixit, bellamente). Con la lágrima en la garganta, la miel en la boca y el labio a punto de sangrar, con la lengua como espada, y con el músculo tenso del héroe mancillado.
Leer en voz alta frases simples que digan demasiado, en libros de papel y alma, "esas son cosas de mieles", pongamos por caso. Leer en voz alta. Descubrir el nombre "Néstor", en una hoja, en la arena o en los ojos de la chica.
Un plano oscuro de Lynch. Una impertinencia de Hugh Grant.
La sonrisa de los niños, así sea, el niño más triste del mundo.
Las elucubraciones improbables de "lo que pasa" adentro de la chica, cuando acaba, y se derrama y tiembla.
El sonido de un avión, cuando levanta vuelo. Los instantes consecutivos de mar. Jugar, un rato largo.

Imagen: Paul Gustave Fischer

jueves, 27 de enero de 2011

Comunión fugaz



Abrazarte,
que me abraces,
que las manos no me alcancen,
que tus dedos,
atolondradamente busquen
en mi cuerpo,
como un rey ofuscado
busca islas
por la sola razón de poseer,
siempre un poco más.
Que tu cintura
no me alcance,
que no me alcancen
tu espalda, ni tus pechos,
ni tu cara,
ni tu pelo,
que no te alcance
mi cuerpo,
abrazarte,
que me abraces,
ir metiéndome despacio
dentro tuyo,
que todo fluya,
que te metas
dentro de mí,
que todo fluya,
que nos fundamos
en el abrazo,
que se confundan
nuestros sudores,
y nuestras
lágrimas,
que se enreden
nuestras salivas
en lucha líquida,
que nuestras aguas
sean, un sólo mar,
y nuestras sangres
un solo flujo,
que nuestras carnes
sean una,
que me hunda en vos,
que hagamos burbujas
de besos,
al menos por esta noche
y que después,
nos desatemos
y que vengan
otros dioses
a (con)fundirnos
en noches nuevas.

Imagen: Egon Schiele

lunes, 24 de enero de 2011

Malestar en el hueco


Algo estaba debajo de mí,
y yo estaba adentro de algo,
no sé,
una bolsa caliente e informe
ajustada a mi carne
insensible, muerta.
El último recuerdo,
el último destello de luz,
reposando sobre las formas
de una chica,
ennegrecida por el odio
y el rencor.
Pero en la oscuridad del pozo,
lo que se movía,
no era sino
la experiencia
del innato e inexplicable
rechazo epidérmico.

Lo que se oculta
o se enmascara.

Una alergia.

Imagen : Kasimir Malevich

jueves, 20 de enero de 2011

Retrato de la fragilidad


Aseguré mi auto, aseguré mi casa,
aseguré mi vida,
hice levantar muros altísimos
y colocar vidrios en las puntas,
puse alarmas, y más cerraduras
y trabas en las puertas,
gruesas rejas en las ventanas,
contraté a un cuidador privado
armado con cachiporra y bicicleta,
traje a los perros más feroces
del mundo,
puse cámaras en todas
las habitaciones
que controlan los movimientos
que se producen alrededor,
le saqué un juramento a mi chica
y le hice firmar un papel.
y después, seguí sintiéndome
muy frágil, inseguro,
caminando por una cuerda,
o como si un monstruo implacable
estuviese controlando
mis pasos, mis acciones,
mi respiración,
y lo que es peor,
lo que siento y lo que pienso.
Presintiendo un monstruo
que ningún muro,
ninguna alarma, ningún perro,
ningún hombre fuerte,
ninguna empresa aseguradora
podrían descifrar.

Imagen: Slawek Gruca 

lunes, 17 de enero de 2011

2004


Sentir tu ausencia clavada
en el vientre, como un puñal,
o la duda que arrasa mi cabeza,
en incendios, de tu belleza,
o tu deseo más profundo, y secreto,
la mirada del mundo
posada en tu culo, cuando estoy,
o cuando no estoy.

Extrañarte, o celarte,
sentir el inquietante filo
del síntoma,
la implacable fiebre
de la noche solitaria,
la irritable espera, infinita,
el diagnóstico tardío
del mal que me pegaste,
y en este tiempo, irreversible.

Imagen: Eric Fischl

viernes, 14 de enero de 2011

Devenir uno en flor


Que florezcan mil flores,
una o treinta mil,
que de tu jardín,
gigante tierno,
lluevan pétalos
que aplaquen, suavemente,
las dolorosas llagas
del odio.

Que florezcan mil sueños,
uno o treinta mil,
que tu alta sombra,
y fresca y preciosa,
los proteja,
que no se marchiten
expuestos al rayo ominoso
de la verdad absoluta y revelada.

Que tu rocío bese mil flores,
una o treinta mil.

Imagen: Web

martes, 11 de enero de 2011

Advertencia (sin embargo)


"Necia la mujer que cree que de ella hablan todos los poemas y los hombres. Estúpida, aquella que no se da por aludida..." San Borombón

No incluí advertencias
en esa botella lanzada
al mar, al vacío, a la nada,
no existen prerrogativas,
ni preferencias,
un pedido de auxilio
es para todos
y para nadie,
entiéndase,
el mensaje es para nadie
y para todos.
Debe aceptarse que,
quien me tienda una soga
para arrancarme
de la boca del lobo,
bien puede ser
otro, y ese otro,
otro, y así,
hasta infinitos otros.
Mi corazón es ciego
al socorro,
(a caballo regalado...)
y mis ojos están
nublados por la angustia
del encierro.
No habrá héroes,
no habrá estrellas,
apenas una mano
sin huellas digitales
y un grito, atroz,
que atraviese el cuero duro
del lobo
que me (re)tiene
sin manto de piedad.

Imagen: Fernando Botero Angulo

sábado, 8 de enero de 2011

Si mi vida fuese un film...


Por impulso del dulce viento de Paradela de Coles

A los dos años me sentaba en un taburete alto y ponía en el tocadiscos, canciones de Javier Solís y del Trio Los Panchos. Mi preferida era "Liliana", porque Liliana era la dueña de la casa, la dueña del tocadiscos, la dueña de los discos y la dueña de mi corazón. Algo así como la Tía Julia de Vargas Llosa, pero Liliana y sin Vargas Llosa, que como tipo es un asco. Ese amor no cambió.
Hasta que un día descubrí un disco de Nino Bravo. Entonces mi corazón se rompió por mil partes con canciones como "Aquel Atardecer" o "La Puerta del Amor". Y más se rompió cuando mi viejo me advirtió que Nino era hombre muerto, sepultado. A mi, los vecinos me decían Niño Bravo, por mi afición al Nino. Entonces, sólo me quedó esa voz impresionante, irrepetible, esa sensibilidad especial para decir las palabras. Los videos de "300 millones". Era verdad nomás, parece, que la letra de "Esa será mi casa" refería al cementerio. Un mal presagio. 
Mis placeres musicales viraron radicalmente, el día que leí una nota en la revista Pelo sobre la sombría existencia de Robert Smith. No es que me dejase de gustar Nino Bravo, pero, en el instante en que escuché los primeros acordes de "Play for today", todo cambió. The Cure se convirtió en la cortina de mi vida triste (la otra).
The Cure jamás será U2, menos ahora que Robert Smith pasó los 50 años y los 100 kilos. Como leí alguna vez, habrá bandas más reconocidas por las mieles del éxito, bandas más reconocidas por los críticos y sabelotodos, bandas más reconocidas por la academia. The Cure jamás será el canon. Pero no habrá otra banda que pueda marcar en la piel los escalofríos que dejan las canciones de Robert Smith. Ese Joven Manos de Tijeras, perdido en el mundo.
En mi cabeza, siempre retumba "A Forest". Es la melodia que hace siglos vive en mi boca. Una base potente, las guitarras envolventes y la joven voz de Smith fluyendo de lo profundo y oscuro del bosque.
"A Forest" no dice algo trascendente. Sólo habla de sombras y profundidades. De una chica perdida en el bosque. Habla, quizá, de esos momentos en que no encontrás el camino de salida, la respuesta, un argumento para seguir viviendo.
Y ahora que pienso, tal vez fueron demasiadas las respuestas que no encontré, y por eso, "A Forest" se repite, como un signo Pierciano, ad infinitum. O tal vez, sólo sea el signo melancólico de un bosque que pude dejar atrás. También, ahora que ando Murakamiano, puedo llegar a creer que Robert Smith, anduvo por un bosque del fin del mundo, tocando su guitarra.

miércoles, 5 de enero de 2011

Presupuesto 2011 (Año nuevo, obsesión vieja)


Vaselina, blanca,
para untarte el culo
en situaciones especiales.
Para que no te duela,
para que no hagas
esos gestos que te afean,
para que no te arrugues,
precozmente,
para que no grites
como un cerdo,
al punto de ser
sacrificado,
para que yo pueda entrar,
a tu habitación secreta,
sin mayores turbulencias,
sin que la trabe se llave
(y viceversa),
por magia del óxido
o la persistencia
de minúsculos insectos,
o la simple resistencia
que ejerce la costumbre...

Imagen: Raúl Tamarit Martínez - Dormida